ENCUENTRAN A CIENTOS DE DESAPARECIDOS EN FOSA COMÚN
La Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) ha logrado ubicar a alrededor de mil individuos desaparecidos enterrados en la fosa común del Panteón Civil de Dolores en la Ciudad de México, y esta cifra continúa en aumento, ya que cada semana se notifica a dos o tres familias adicionales.
Según datos públicos, más del cincuenta por ciento de las personas sepultadas en esta fosa fueron enterradas con conocimiento de su nombre y apellido. Desde el año 2002 hasta la fecha, se han inhumado un total de 14,790 cuerpos, de los cuales 8,327, equivalente al 56 por ciento, han sido plenamente identificados.
Los escenarios que podrían explicar este fenómeno son variados y no implican necesariamente que todos estos casos estén registrados en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, que actualmente cuenta con más de 112 mil reportes. Sin embargo, tras años de trabajo exhaustivo, la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) está descubriendo cientos de individuos desaparecidos dentro de este registro.
Javier Yankelevich, director de Operación de Búsqueda de la CNB, señaló a MILENIO que desde hace décadas, en la mayoría del país, existe un “grave problema de flujo de información entre las instituciones”, ya que no hay un sistema integral de gestión de cuerpos en ninguna parte, excepto quizás en Chihuahua, donde puede que hayan solventado esta situación.
“Esto significa que una familia puede estar buscando a alguien con el nombre ‘José Luis’ en una institución, mientras que ‘José Luis’ está registrado en otra y nadie está al tanto de ello. Esto ocurre cientos o quizás miles de veces con nombres diferentes”, explicó Yankelevich.
A sus 64 años, el señor Lauro experimentó episodios esporádicos de desorientación que nunca representaron un riesgo para él. Se movía sin dificultades entre las residencias de sus hijas, con quienes vivía, transitando entre la zona de Tacubaya y el Estado de México. Sus hijas se enorgullecen al afirmar que su padre conocía la ciudad a la perfección.
El día que desapareció, el señor Lauro salió de la casa de una de sus hijas y dejó la puerta abierta. Sus hijas presentaron denuncias tanto en las procuradurías de la ciudad como en el Estado de México, hicieron un reporte en Locatel, distribuyeron miles de volantes de búsqueda y llevaron a cabo extensas jornadas de búsqueda, sin embargo, no lograron dar con su desfile. Ahora se comprende por qué.
Durante esos años, los cuerpos de las personas fallecidas en albergues eran enviados directamente a las universidades, impidiendo el paso por la oficina del Ministerio Público. En el caso del señor Lauro, su cuerpo fue entregado a la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía del Instituto Politécnico Nacional. Posteriormente, fue trasladado a la fosa común del Panteón Civil de Dolores, según indica el informe de localización de la Comisión Nacional de Búsqueda, el cual la familia de Lauro compartió con el periódico MILENIO.