PANAMÁ PREPARA MEDIDAS ANTE LA EXPLOSIÓN MIGRATORIA
La jungla del Darién, una inhóspita frontera entre Panamá y Colombia, se ha convertido en el escenario de un creciente estallido migratorio, generando una crisis humanitaria y de seguridad.
Las autoridades de Panamá han revelado que este año han pasado por esta región 320,098 migrantes irregulares que buscan llegar a Norteamérica, una cifra que supera las registradas en años anteriores. Esta crisis migratoria ha sido especialmente acentuada en el mes de agosto, con un flujo mensual sin precedentes de 68,340 personas en tránsito.
Las nacionalidades de los migrantes que cruzan la selva del Darién varían, pero entre los grupos más prominentes se encuentran los venezolanos, ecuatorianos y haitianos. La situación ha alcanzado tal magnitud que las autoridades están tomando medidas para abordarla. El Servicio Nacional de Migración de Panamá ha propuesto al Ejecutivo una serie de acciones para enfrentar la crisis, buscando atender tanto los aspectos humanitarios como los desafíos de seguridad.
Esta crisis migratoria en la selva del Darién ha llamado la atención internacional debido a las dificultades y peligros que enfrentan los migrantes durante su travesía por una región selvática y agreste. Además de los riesgos naturales, los migrantes también se enfrentan a posibles abusos por parte de traficantes y bandas criminales. Las medidas propuestas por las autoridades buscan proporcionar un enfoque integral para enfrentar esta situación compleja.
Panamá, siendo un punto de entrada estratégica a Centroamérica desde el sur, ha implementado una serie de medidas para recibir a los migrantes que atraviesan la selva del Darién en su camino hacia Norteamérica. En estas estaciones, se recopilan datos biométricos de los migrantes y se les brinda asistencia médica y alimentaria. Esta operación es única en la región y ha requerido una inversión significativa, con alrededor de 70 millones de dólares destinados en los últimos años, según la directora del Servicio Nacional de Migración, Samira Gozaine.
El trayecto que los migrantes deben recorrer a través de la selva del Darién, que abarca unos 266 kilómetros, está lleno de peligros debido al entorno natural hostil y a la presencia de grupos criminales. Muchos migrantes son familias completas, incluidos niños y bebés recién nacidos.
Los testimonios de los migrantes revelan situaciones de horror, como muertes por accidentes, ataques de animales y criminales, abusos sexuales, abandono de menores y ancianos, entre otros. La situación representa un desafío humanitario y de seguridad que las autoridades de Panamá están tratando de abordar de manera integral.